Francia continúa siendo una potencia colonial. París será el centro del arte mundial hasta las primeras décadas del siglo XIX. Tienen gran importancia los Salones de pintores que desde el siglo XVIII se realizaban periódicamente.
Desde mediados del siglo XIX el Romanticismo deja paso al Realismo. Sus autores intentan ofrecer una muestra fiel de vida cotidiana. Hay que destacar en todos ellos la influencia de la literatura de Balzac, Stendhal, Tolstoi, Dickens, Dostoviesky...
El realismo es una reacción a los elementos ideales y fantásticos del neoclasicismo y romanticismo. Reflejan la realidad tal y como es. Tras los sucesos revolucionarios de 1.848, pintores franceses como Courbet, Daumier y Millet, reaccionaron. Eligen temas sociales con campesinos y obreros como protagonistas. Se exalta el trabajo, desaparece la preocupación por lo religioso y por el alma del romanticismo.
GUSTAVE COURBET (1.818-1.877).
Fue socialista y revolucionario pero no puso el arte al servicio de la ideología.
Aprendió su técnica de Velázquez y Zurbarán, el manejo de las luces y las sombras de Rembrandt.
La temática de su obra se centra en la vida rural y en los oficios humildes del campo.
Su pincelada es suelta, colores cálidos, sobre fondos oscuros y los contrastes de luces y sombras. Anticipa el impresionismo.
Esta obra es El entierro en Ornans (1.850).
Provocó un escándalo en el Salón de 1850, por el feísmo y vulgaridad de sus personajes. Se aplica un formato grande, académico, a una representación de un tema cotidiano: un entierro, en el que conviven burgueses y campesinos; el tratamiento es sobrio y sencillo.
Utilizó una gama cromática muy reducida con el objetivo de aumentar el dramatismo de la escena. Pese a que el negro es el color dominante, también destaca el blanco (de los clérigos, monaguillos, camisa blanca, perro), el rojo (de las togas y los birretes de los maceros del centro) y el tono ocre amarronado (del paisaje del fondo).
La luz es real. La escena se sitúa en el amanecer y sirve para dotar de corporeidad a las figuras.
El cuadro es de grandes dimensiones y los personajes se distribuyen sin ninguna jerarquía como si se tratase de un friso. La estrechez del estudio del pintor, que le impedía observar la obra a una distancia apropiada, obligó al autor a situar las figuras tras la fosa y no su alrededor.
La horizontalidad de los dos acantilados del fondo y de las nubes se contraponen a la verticalidad de los individuos.
EL autor narra como un sacerdote oficia un funeral por rutina, los acólitos y los clérigos se desentienden de la ceremonia y los amigos o familiares, exceptuando algún caso concreto, parecen cumplir con una obligación social en lugar de sentir la muerte del difunto.
En este sentido,la presencia del perro en primer término y tan cercano a la fosa, más próximo al difunto que la mayoría de los asistentes, es paradigmática.
Otras obras de Courbet es este Estudio del pintor.
HONORE DAUMIER (1.808-1.879)
En sus obras destacan la sátira, las caricaturas políticas, el compromiso moral y la dura polémica social. Representa los aspectos más sórdidos de la realidad y se preocupa por las clases más humildes.
Sus trazos rápidos deforman las figuras, anticipándose en sus caras al expresionismo.
Su obra más conocida es este Vagón de tercera clase.
JEAN FRANÇOIS MILLET (1.815-1.875)
Es el pintor de campesinos. Siente predilección por los temas rurales, la ética y la religiosidad del trabajo rural. Millet veía a los campesinos como trabajadores ajenos a los asuntos políticos del momento y los representaba como héroes de la moralidad.
Crea envolventes penumbras que unen a las figuras y paisajes, que contrastan con los amplios conjuntos de luz que ofrecen gran dramatismo al conjunto.
Estas son Las espigadoras.
En esta obra predominan las tonalidades terrosas evocan un caluroso día de verano y da calidez al cuadro. Sólo interrumpen esta calidez la franja del campo en primer término y una parte de las ropas de las campesinas.
Las pinceladas son gruesos y sueltas, y las figuras están poco dibujadas. Las campesinas del primer plano destaca con nitidez en un campo de grandes dimensiones donde el sol y el calor hacen todavía más fatigosa la recogida de espigas. La dureza de la vida del campo se encarna en estas tres espigadoras anónimas.
EL PAISAJE REALISTA
Camille Corot y la escuela de Barbizón se interesan en captar la realidad visible de la naturaleza a la vez que sientan las bases para el impresionismo.
Camille Corot (1.796-1.875) fue el mejor paisajista del siglo XIX. Observa y pinta directamente de la naturaleza, reproduciendo fielmente el mundo real. Capta los cambios de la luz y de la atmósfera en el paisaje.
Pinta con toques breves y colores brillantes que adquieren un tono verde-gris.
Por su tratamiento del color, composición y pincelada se adelanta al Impresionismo.
Este es un paisaje de la villa de Arvay.
Desde 1.830, la escuela de Barbizón, fundada por Théodore Rousseau, Camille Corot y Millet, es la precursora del impresionismo. Estos autores se van a ir a vivir en torno al pueblo de Barbizón, rompiendo así con los convencionalismos de la escuela academicista.
Van a estudiar los paisajes en contacto directo con la naturaleza. Les preocupan los aspectos cambiantes de la misma y el paisaje adquiere importancia gracias al tratamiento de la luz, la atmósfera y el color.
Este cambio se debe a una exposición que hubo en 1824 en París sobre Constable. Esto marcó definitivamente a estos autores.
Esta obra es un paisaje de Barbizón de T. Rousseau.
EL REALISMO EN ESPAÑA: MARTÍ ALSINA Y FORTUNY.
Mariano Fortuny (1.838-1.874) estudió en la Lonja de Barcelona y se trasladó con una beca a Roma en 1.858.
Durante la guerra entre España y Marruecos fue enviado por la diputación de Barcelona para trabajar como cronista gráfico en Marruecos. El colorido y el exotismo del escenario magrebí le llevaron a iniciarse en una técnica a partir de manchas de gran intensidad cromática y lumínica.
La vicaría es su obra culminante, dentro del género del tableautin (lienzos pequeños). Esta obra ilustra los trámites burocráticos que realizó para casarse con Cecilia Madrazo.
Fortuny aporta elementos castizos y populares. La ejecución es vibrante y demuestra una fina sensibilidad por el color y la luz.
Ramón Martí i Alsina (1.826-1.894) trató casi todos los géneros pictóricos: escenas de la vida cotidiana e históricas, desnudos, bodegones, retratos y paisajes.
Esta obra es La siesta, un retrato del industrial barcelonés Nicolau Bujons durmiendo en una butaca. Es su obra más famosa y una de las más destacadas del realismo español.
A través de su labor docente en la Lonja de Barcelona (1.852-1.870) inculcó sus valores artísticos a muchos discípulos, entre los que destaca Joaquín Vayreda (1.843-1.894). Esta paisaje es obra suya.
Desde mediados del siglo XIX el Romanticismo deja paso al Realismo. Sus autores intentan ofrecer una muestra fiel de vida cotidiana. Hay que destacar en todos ellos la influencia de la literatura de Balzac, Stendhal, Tolstoi, Dickens, Dostoviesky...
El realismo es una reacción a los elementos ideales y fantásticos del neoclasicismo y romanticismo. Reflejan la realidad tal y como es. Tras los sucesos revolucionarios de 1.848, pintores franceses como Courbet, Daumier y Millet, reaccionaron. Eligen temas sociales con campesinos y obreros como protagonistas. Se exalta el trabajo, desaparece la preocupación por lo religioso y por el alma del romanticismo.
GUSTAVE COURBET (1.818-1.877).
Fue socialista y revolucionario pero no puso el arte al servicio de la ideología.
Aprendió su técnica de Velázquez y Zurbarán, el manejo de las luces y las sombras de Rembrandt.
La temática de su obra se centra en la vida rural y en los oficios humildes del campo.
Su pincelada es suelta, colores cálidos, sobre fondos oscuros y los contrastes de luces y sombras. Anticipa el impresionismo.
Esta obra es El entierro en Ornans (1.850).
Provocó un escándalo en el Salón de 1850, por el feísmo y vulgaridad de sus personajes. Se aplica un formato grande, académico, a una representación de un tema cotidiano: un entierro, en el que conviven burgueses y campesinos; el tratamiento es sobrio y sencillo.
Utilizó una gama cromática muy reducida con el objetivo de aumentar el dramatismo de la escena. Pese a que el negro es el color dominante, también destaca el blanco (de los clérigos, monaguillos, camisa blanca, perro), el rojo (de las togas y los birretes de los maceros del centro) y el tono ocre amarronado (del paisaje del fondo).
La luz es real. La escena se sitúa en el amanecer y sirve para dotar de corporeidad a las figuras.
El cuadro es de grandes dimensiones y los personajes se distribuyen sin ninguna jerarquía como si se tratase de un friso. La estrechez del estudio del pintor, que le impedía observar la obra a una distancia apropiada, obligó al autor a situar las figuras tras la fosa y no su alrededor.
La horizontalidad de los dos acantilados del fondo y de las nubes se contraponen a la verticalidad de los individuos.
EL autor narra como un sacerdote oficia un funeral por rutina, los acólitos y los clérigos se desentienden de la ceremonia y los amigos o familiares, exceptuando algún caso concreto, parecen cumplir con una obligación social en lugar de sentir la muerte del difunto.
En este sentido,la presencia del perro en primer término y tan cercano a la fosa, más próximo al difunto que la mayoría de los asistentes, es paradigmática.
Otras obras de Courbet es este Estudio del pintor.
HONORE DAUMIER (1.808-1.879)
En sus obras destacan la sátira, las caricaturas políticas, el compromiso moral y la dura polémica social. Representa los aspectos más sórdidos de la realidad y se preocupa por las clases más humildes.
Sus trazos rápidos deforman las figuras, anticipándose en sus caras al expresionismo.
Su obra más conocida es este Vagón de tercera clase.
JEAN FRANÇOIS MILLET (1.815-1.875)
Es el pintor de campesinos. Siente predilección por los temas rurales, la ética y la religiosidad del trabajo rural. Millet veía a los campesinos como trabajadores ajenos a los asuntos políticos del momento y los representaba como héroes de la moralidad.
Crea envolventes penumbras que unen a las figuras y paisajes, que contrastan con los amplios conjuntos de luz que ofrecen gran dramatismo al conjunto.
Estas son Las espigadoras.
En esta obra predominan las tonalidades terrosas evocan un caluroso día de verano y da calidez al cuadro. Sólo interrumpen esta calidez la franja del campo en primer término y una parte de las ropas de las campesinas.
Las pinceladas son gruesos y sueltas, y las figuras están poco dibujadas. Las campesinas del primer plano destaca con nitidez en un campo de grandes dimensiones donde el sol y el calor hacen todavía más fatigosa la recogida de espigas. La dureza de la vida del campo se encarna en estas tres espigadoras anónimas.
EL PAISAJE REALISTA
Camille Corot y la escuela de Barbizón se interesan en captar la realidad visible de la naturaleza a la vez que sientan las bases para el impresionismo.
Camille Corot (1.796-1.875) fue el mejor paisajista del siglo XIX. Observa y pinta directamente de la naturaleza, reproduciendo fielmente el mundo real. Capta los cambios de la luz y de la atmósfera en el paisaje.
Pinta con toques breves y colores brillantes que adquieren un tono verde-gris.
Por su tratamiento del color, composición y pincelada se adelanta al Impresionismo.
Este es un paisaje de la villa de Arvay.
Desde 1.830, la escuela de Barbizón, fundada por Théodore Rousseau, Camille Corot y Millet, es la precursora del impresionismo. Estos autores se van a ir a vivir en torno al pueblo de Barbizón, rompiendo así con los convencionalismos de la escuela academicista.
Van a estudiar los paisajes en contacto directo con la naturaleza. Les preocupan los aspectos cambiantes de la misma y el paisaje adquiere importancia gracias al tratamiento de la luz, la atmósfera y el color.
Este cambio se debe a una exposición que hubo en 1824 en París sobre Constable. Esto marcó definitivamente a estos autores.
Esta obra es un paisaje de Barbizón de T. Rousseau.
EL REALISMO EN ESPAÑA: MARTÍ ALSINA Y FORTUNY.
Mariano Fortuny (1.838-1.874) estudió en la Lonja de Barcelona y se trasladó con una beca a Roma en 1.858.
Durante la guerra entre España y Marruecos fue enviado por la diputación de Barcelona para trabajar como cronista gráfico en Marruecos. El colorido y el exotismo del escenario magrebí le llevaron a iniciarse en una técnica a partir de manchas de gran intensidad cromática y lumínica.
La vicaría es su obra culminante, dentro del género del tableautin (lienzos pequeños). Esta obra ilustra los trámites burocráticos que realizó para casarse con Cecilia Madrazo.
Fortuny aporta elementos castizos y populares. La ejecución es vibrante y demuestra una fina sensibilidad por el color y la luz.
Ramón Martí i Alsina (1.826-1.894) trató casi todos los géneros pictóricos: escenas de la vida cotidiana e históricas, desnudos, bodegones, retratos y paisajes.
Esta obra es La siesta, un retrato del industrial barcelonés Nicolau Bujons durmiendo en una butaca. Es su obra más famosa y una de las más destacadas del realismo español.
A través de su labor docente en la Lonja de Barcelona (1.852-1.870) inculcó sus valores artísticos a muchos discípulos, entre los que destaca Joaquín Vayreda (1.843-1.894). Esta paisaje es obra suya.
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